La Audiencia de Barcelona ha condenado a tres años de cárcel a un agente de los Mossos d’Esquadra por poner una denuncia falsa a un conductor de autobús. Los magistrados, sin embargo, han propuesto en la sentencia que el Gobierno central conceda el indulto parcial al mosso, para evitar que ingrese en prisión. La petición de la medida de gracia pretende “evitar el excesivo rigor punitivo” que impone la ley, ya que la pena mínima por falsedad en documento oficial —el delito por el que ha sido condenado— es de tres años.
Los hechos ocurrieron el 15 de diciembre de 2010. La víctima, un trabajador de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) conducía el autobús de la línea 21 frente al Arco de Triunfo de Barcelona. A las 20 horas, el conductor estaba en la parada del número 13 de la calle de Lluís Companys. “Al reiniciar la marcha”, recoge la sentencia, a la que ha tenido acceso EL PAÍS”, “se le cruzó un vehículo logotipado” de los Mossos. El conductor tuvo que “tocar el claxon para evitar la colisión” y le “recriminó la maniobra” al agente.
La reprimenda no gustó al mosso, que redactó una denuncia contra el autobusero. “Con la intención de faltar a la verdad y perjudicar” al conductor, explicó en la sanción que el hombre había desobedecido los mandados de un agente de la autoridad y había usado, de forma indebida, señales acústicas.
El afectado recurrió las multas, que quedaron sin efecto. El uso del claxon, recogió esa primera resolución, “fue puntual para evitar la colisión entre vehículos”. El hombre, a través de la abogada Sandra Puig, denunció el caso en la vía penal.
En el juicio, el mosso explicó que él y su compañero de patrulla habían recibido por emisora el aviso de un robo en esa zona. El acusado explicó que detuvieron el vehículo en el carril bus y que en ese momento estaba “centrado en la señora por el peligro que suponía que llevase un arma blanca”. Cuando el autobús reinició la marcha, insistió, “su vehículo ya se encontraba parado en el carril bus en posición prácticamente recta”. El mosso añadió que, cuando oyó el claxon, indicó al conductor que “continuase la marcha”. Según su versión, una vez detenida la ladrona, empezó la conversación con el conductor, que le gritó. De ahí que le denunciase.
El conductor, al que los magistrados han otorgado mayor credibilidad, explicó en cambio que tuvo que frenar “de forma brusca” para evitar el choque con el coche patrulla, que se le había cruzado. El golpe de volante hizo que una pasajera cayera del autobús. El autobusero reprochó al mosso que tendría que haber “puesto las sirenas e indicado la maniobra”. El mosso le recriminó, asimismo, que “no tenía que decirle cómo hacer su trabajo”. Y añadió, antes de ponerle la multa: “Ahora sabrás lo que es bueno”.
La declaración de los pasajeros de la línea 21 ha acabado decantando la balanza a favor del conductor, según la sentencia. Algunos de ellos calificaron la actitud del agente como de “ofuscación y agresividad”. A diferencia de las declaraciones del compañero del mosso, las de los pasajeros han sido “transparentes y espontáneas”, valora la sala.